martes, 25 de noviembre de 2014

El secreto del deseo

Mi deseo allá muy lejos
quiere romper el secreto
de los violines que lloran 
con lágrimas de misterio.

Yo solo quiero palabras
para soltar este fuego
que me recuerda la muerte
como canciones de un juego.

Como un hombre peleo
contra las fuerza del miedo 
con mi espada de anhelos 
 color ámbar y de cielo.

En mil inviernos azules
las notas de mi silencio
son lágrimas difíciles
de contener en mi cuerpo.

Ezekiel Kentros

martes, 18 de noviembre de 2014

A mi me gusto que esta tarea sea en equipo y colaborativa. Haberla hecho en forma individual hubiera sido aburrido y mas difícil. Al principio no participe tanto porque no me paresia interesante, pero después poco a poco la historia empezó a tener sentido y me entusiasmo.
Escribir y crear un cuento realista es bastante complicado porque hay que investigar y armar una historia con personajes reales y pocos conflictos o un solo conflicto. Esta fue la parte mas difícil porque cada uno que escribía inventaba algo nuevo y la historia se hacia cada vez mas larga y no se entendí bien.
En el grupo participamos Julia, Mayra, Catalina y yo. Julia y Mayra eran las que mas escribían y a beses era difícil opinar o cambiar algo, entonces lo que yo mas hacia era ver y corregir las faltas y la redacción. Después me fui animando mas y me ocupe de hacer mas simple la historia , esto fue lo quemas me gusto hacer.
Creo que la próxima vez vamos a tener que hablar mas entre los que participamos para resolver las cosas junto y que cada uno no haga lo que le parezca sin importare lo que opinan los demás. Yo voy a tratar de trabajar mas desde el principio para estar mas seguro de mis opiniones y ademas tener una mejor nota.
En conclusión me gusto como quedo el cuento aunque podría a ver sido mas realista. También me gusto trabajar en equipo con mis amigas en la red porque me da tiempo para pensar mas, corregir la ortografía y no hace falta juntarse.

Este es el resultado final del cuento:

El camino de un Artista

Me encuentro aquí en mis últimos momentos de vida. Ya no sé qué pensar, ya no puedo pensar.

Solo aparecen algunos recuerdos… De chico me gustaba imaginarme que podía llegar a ser de grande. Seguía los pasos de mi padre, a él le encantaba pintar con lo que tenía. Yo, a veces, le pedía permiso para pintar, pero él nunca me dejaba; sus pinturas eran lo más importante que tenía después de mí.

Será por eso que lo único que deseo ahora es hacer lo que más me gusta: pintar.

Siguen los recuerdos: Cuando cumplí los 15 años empecé a pintar con lo que mi padre me había dejado; al principio, no eran muy buenas mis pinturas, no tenía experiencia. Observaba siempre un cuadro que mi padre había dejado a medio terminar Antes de morir. Me imaginaba mil formas de terminarlo. No me animaba. La imagen del Santo en ese cuadro era poderosa: me atemorizaba y me impactaba.

Recuerdo que hace unos meses por fin me habían dado la oportunidad de exponer mis pinturas en un lugar muy conocido, estaba muy feliz y emocionado, era lo que siempre había querido. Me llamaron para tomar mis datos y para ver cuántas obras tenía para exponer. Pero para mi suerte, unos días antes del día de la exposición, me enfermé, llamé a un médico para que me dijera si debía tomar medicinas o algo, pero no supo bien lo que me pasaba. Me preocupé bastante: no quería tener una enfermedad seria antes del gran día. Me dirigí hacia un hospital para saber qué me estaba pasando. Me dijeron que era algo grave y que por eso me tenían que hacer unos estudios, que podían llegar a cambiar todo. Los doctores pensaban que tenía cáncer de pulmón.

Las habitaciones del hospital eran grandes, luminosas y frías. Me tocó la número 236. Tenía una cama amplia, un sillón por si recibía visitas, un baño privado, una máquina y una vista increíble.

Pedí pinceles, un lienzo blanco y colores. De alguna manera iba a pintar, no sabía qué, pero lo necesitaba.

Los doctores volvieron y, finalmente, me lo confirmaron: tenía  cáncer de pulmón. Me dijeron que iba a ser muy difícil presentar la muestra debido a que el cáncer había avanzado y teníamos que empezar con la quimioterapia lo más rápido posible, antes de que una tragedia sucediera.

            Me desilusioné. La exposición de mis obras era el sueño de mi vida, pero ahora era casi imposible. No planeaba darme por vencido, pero tampoco encontraba una manera de hacer las dos cosas: de curarme y de llevar a cabo mi sueño.
Unas semanas más tarde tuve una idea: no sería fácil, pero debía hacerlo. Tendría que lograr verme de una forma en la cual no se notara que estaba enfermo. Necesitaría “disfrazarme”.
Cuando encontré los elementos adecuados para hacerlo, me escabullí por los pasillos hasta llegar a la salida. Me dirigí hacia el lugar de la muestra, me recibieron y la inauguración comenzó.
¡Fue un éxito! Un montón de personas estuvieron ahí por los cuadros pintados por mí, me sentí muy orgulloso, pero en ese momento sentí un dolor muy fuerte en el pecho y  no sentí nada más hasta llegar al hospital.

Ahora me llevan a la sala de operaciones, me aplican anestesia, y ya  no siento nada más.

Cuando tomo conciencia de donde estaba me doy cuenta que el cuadro seguía ahí, ahora que lo miro me doy cuenta que ya es un cuadro terminado y si mi padre estuviera aquí estaría muy feliz.

Mi corazón se detiene poco a poco. Alguien, pero no sé quién, empieza a llorar. Escucho el ruido del respirador y las exclamaciones de sorpresa de los médicos, pero ya no puedo sentir nada ya que lo único que veo es una luz blanca, pero…






                                                                                                                         Autores: Mayra Pagano, Catalina   Gamero, Ezekiel Kentros y Julia Fazio

jueves, 6 de noviembre de 2014

El crepúsculo es el fuego
y todo parece un juego
aunque me guste el mediodía
el crepusculo nace luego